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El círculo de bendiciones: Ceremonia prenatal.


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Cuando quedé embarazada supe que sería una aventura por muchos recovecos de mi vida, de la mujer y la maternidad en general. Así que de allí nacieron ideas y proyectos que la emoción del embarazo ha ido modelando.

A medida que mi embarazo avanzaba, mi panza crecía y así llegó el momento del famoso "baby shower". Todo el mundo me preguntaba por esto. Sin embargo, siempre supe que no quería un baby shower común. Para mí era algo absurdo hacer algo por hacerlo y menos aún si yo no me sentía cómoda. Ya tenía 6 meses y medio, mis piernas no aguantan mucho tiempo de pie, mis nalgas no aguantan mucho tiempo sentada, mi espalda no aguanta ninguna de las dos y sólo quiero pensar en estar relajada, que mi bebé esté relajado y que sea una celebración más bien hecha a la medida de la madre y sus necesidades y no sólo un evento social donde el protocolo cansa. Voto por la espontaneidad y la sinceridad, así que hablando con mi Doula, me comentó sobre la posibilidad de hacer un "Blessingway" o Círculo de Bendiciones. Esta ceremonia tiene su origen en rituales nativo americanos en los cuales la maternidad se celebra entre mujeres (y no es por ser sexista sino porque es un asunto ligado íntimamente a la energía femenina).

¿En qué consiste?

Este ritual representa la bienvenida, si se quiere, de la mujer en su trance hacia la maternidad. La madre, rodeada de las mujeres que son importantes para ella, se reúnen para bendecirla junto a su bebé.

Etapas del ritual:

En mi blessing way el primer paso fue reunirme con mi Doula y compartir sobre cómo queremos que sea este evento. Ya que lejos de ser una norma es un ritual que debe llevar lo mejor de cada una y no un significado meramente cultural o social obligado.

Así comenzamos la lista de las mujeres íntimas, cercanas cuya energía y bendición tendría un protagonismo ese día (ese día la combinación y la armonía de todas nosotras representa el mayor protagonismo). Seguidamente, establecimos las etapas del ritual:

Se abre un círculo de energía, se lleva a cabo la ceremonia y se cierra el círculo de energía para abrir el círculo social donde compartimos y festejamos comiendo y bebiendo té o lo que les provoque.

Mi ceremonia fue así:

Ese día todas llevaron falda porque así lo decidimos a manera de resaltar (aún más) nuestra feminidad y sentir una cierta uniformidad en nuestro objetivo.

Yo me vestí cómodamente con una hermosa falda vaporosa y me coloqué un top muy fresco para dejar mi barriga al aire (estaba algo acalorada). Me coloqué una hermosa flor en mi cabello y me maquilló una amiga mía (ya que casi nunca me maquillo).

Primero llegó mi madre, mi doula y luego comenzaron a llegar mis amigas, mi suegra, mi cuñada… Todas hermosamente vestidas como si realmente fueran a una ceremonia especial. Eso me emocionó. Tomamos un té para calentarnos y comenzar la ceremonia.

El inicio:

"Lavar las energías y pensamientos que no se desean transmitir"

En un bowl con agua y sal marina pasamos cada una a lavarnos las manos con la consciencia de lavar allí esas energías que traemos de la calle, del día a día, del estrés cotidiano. Luego en un bowl con agua y pétalos de rosa, seguíamos limpiando nuestras energías, para así poder sentarnos en el círculo que hicimos con cojines, muebles y una alfombra. Eramos 12 mujeres. Es importante que sea íntimo.

El círculo:

A medida que terminábamos de lavarnos entrábamos al círculo sin zapatos y acomodándonos para la ceremonia. Había incienso en el aire, velas, luz tenue, silencio, armonía, celulares apagados, sonrisas, paz.

Mi silla era cómoda y estaba decorada especialmente para diferenciarla. Entre mi doula y yo había una mesita con flores y algunos objetos que habíamos colocado a manera de altar. Figuras de mujeres, una estatuilla de una mujer embarazada que había hecho mi doula para mí, pétalos de rosa, mi omamori budista y una campana.

El círculo se inaugura pasando un palo santo (una madera aromática del Amazonas que escogimos usar), detrás del círculo, es decir, detrás de cada una de nosotras. Allí, Diana, mi doula, nos sumergió en el hermoso mundo de lo sagrado, de lo femenino y de la maternidad. Cerramos los ojos, concentrándonos en nuestra respiración. Ella pronunciaba oraciones hermosas dirigidas a la divinidad. A esa energía cuyo nombre cada quien otorga, libremente, sin caer en prejuicios, en moldes o estructuras que nos impidan sentir eso tal como lo deseamos sentir.

Colocamos nuestra mano en el corazón, y la otra en la barriga, luego en la garganta, luego en la frente, y en la boca. Así energéticamente sentiremos, haremos, diremos y pensaremos palabras de sabiduría y pureza.

Luego nos presentamos cada una diciendo nuestro "linaje" y relación con la futura madre. "Yo soy hija María Isabel, nieta de Consolina, bisnieta de María y tataranieta de Consolina, e hija de Arnulfo, Cándida y Andrés"… y así hasta donde llegara nuestro conocimiento genealógico.

Cada una dejaba en el círculo y en mi corazón frases hermosas de agradecimiento y luz, bendiciones y amor para mí y mi bebé. Entre lágrimas sonreíamos conmovidas por tanta energía de gratitud y solidaridad.

Luego trabajamos con los temores liberándolos. Cada una escribía este miedo sobre el nacimiento con respecto a mí o cada una, y los colocamos en una caja. Claramente yo (la futura madre) no debe leer esto. Es sólo un ejercicio para sacar de nuestra vida (ya sea al escribirlos) y así liberar esta energía. No como se cree que al pensar en ellos les das más fuerza, sino al contrario, con la mente abierta y dispuesta a identificarlos para saber cómo atacarlos. Mi mayor temor lo confesaré: poder parir naturalmente en mi casa.

Seguidamente, trabajamos con las virtudes, los buenos deseos y fortalezas. Cada una escribió en un banderín de papel un valor en positivo y no como un deseo que tal vez pueda concretarse, sino más bien afirmándolo: por ejemplo, "yo puedo parir", "yo estoy hecha para parir", "tranquilidad y confianza", "apertura y fe". Estos banderines de papel, los uniré con una cuerda para guindarlos en el cuarto cuando llegue el momento de dar a luz y así invocar estas energías.

Mientras cada una escribía su mensaje escuchamos la experiencia de mi madre sobre su parto al traerme a este mundo, y la experiencia del parto de mi suegra. Mi esposo estuvo documentando audiovisualmente y fotográficamente toda la ceremonia por lo que fue hermoso poder tenerlo allí también y que sintiera que él también es parte de este regalo que me ha dado el universo de poder ser madre.

Después, colocamos muchos cojines en el suelo dentro del círculo y me acosté (sobre mi lado izquierdo) y todas "mis mujeres" me tocaron la panza, la cabeza, las piernas, allí donde alcanzaban a colocar sus manos. Diana, leía oraciones sobre la fortaleza para parir y el apoyo que cada una me otorgaba con su mano, su presencia y su energía allí, en ese momento. Bendijeron mi garganta, mis pensamientos, mis senos, mi barriga, mi bebé, mi vagina, mis pies, todo para poder decir, pensar, amamantar, crear, amar, parir y andar en el camino de la maternidad. Este momento fue poderoso, único. Casi no puedo expresar lo mucho que sentí. Vibramos todas. Mi bebé se movía. Sabía que sentía que estábamos honrando la vida. Honrándolo a él, a su madre, a su padre, a todas esas mujeres que forman parte de mi vida. Simplemente poderoso.

Los seres humanos somos energía, somos seres espirituales, y sólo basta con conectarnos con esa fibra mística para armonizar con los demás. Sólo debemos aprender a manifestar eso sagrado que llevamos dentro y aprender a honrar la vida. Este fue el mayor regalo que pude recibir hasta ahora en mi embarazo. Sentir la fuerza de la vida, dentro y fuera.

Para cerrar el círculo procedimos a colocar una cuerda rosada y tres vueltas en la muñeca izquierda de cada una y así quedamos todas unidas de manera que si una se movía todas sentíamos el apretón, y la conexión. Luego cortamos la cuerda para que cada una tuviera una pulsera con 3 vueltas y 3 nudos. Esta pulsera o brazalete era un recordatorio de lo que ocurrió ese día. De nuestros deseos, de nuestra luz y nuestra conexión. Era el recordatorio de que pronto nacerá mi bebé y no deben olvidar su compromiso conmigo de apoyo, hermandad y unidad. Si la pulsera se cae por sí sola, no pasa nada, tampoco se trata de ser extremistas, lo importante en cada ritual o cosa que se haga es la intención que colocamos. Si la pulsera no se cae, entonces hay que cortarla sólo cuando baje la leche de mis senos. Es decir después de parir, y cuando esté amamantando.

Finalmente, queda el vínculo formado. Cerramos la ceremonia tomándonos de las manos, cerrando los ojos y respirando. Como soy budista desde hace varios años, todas juntas pronunciamos

tres veces y toqué la campana para así cerrar nuestro círculo. Volvemos a pasar el "palo santo" en sentido contrario de las agujas del reloj y así queda finalizada nuestra ceremonia.

Llegan abrazos, risas, regalos y la parte "festiva". Habíamos solicitado a las asistentes que llevaran algo de comer para compartir pero que ellas mismas hubieran preparado. Llevaron tortas, ensaladas, té, pan de auyama, jengibre, falafel, cupcakes de banana, y muchas cosas deliciosas que comimos y degustamos compartiendo y celebrando el aquí y ahora.

Diana nos obsequió unos jabones que ella misma había realizado y en cuestión de un par de horas (que duró toda la ceremonia) sentimos que congelamos un instante vital en nuestros corazones y que reintroducimos al universo la magia de ser mujeres.

¡Gracias!

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