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La historia de mi parto en casa y en agua


El 22/04/2017 a las 19:01 nació Soren Vittorio.

Pesó 3.200kg y midió 51cm.

Nació en casa y en agua, a las 39 +1 semanas.

Todo nacimiento es único y sagrado. Poder parir en casa y en agua es un sueño hecho realidad que me permito compartir para contribuir con la sensibilización hacia el nacimiento humanizado, libre de violencia, y en amor.

No importa cuantas veces hayas parido, ningún parto será como el anterior. Cada parto es único, cada nacimiento nos cambia, nacemos también junto a nuestro bebés, a nuestra familia. Cada vez que nos toca parir, en ese momento ya hemos cambiado; hemos aprendido y por eso no seremos nunca las mismas.

Mi primer parto fue como un gran portal, el gran paso. Luego, con este, sentí que era un pasaje conocido, pero siempre lleno de misterio y misticismo. Llegué a él con otra mirada, y sin embargo, fue igualmente intenso, me exigió volver a partirme en dos, volver a nacer. Morir y revivir. Eso es el parto. Siempre es necesario entregarse, aferrarse a la confianza, creer y fluir. Por más que podamos sentir que ya pasamos por ahí, nunca será igual. Siempre será un oportunidad para autoconocernos, sanar y servir a la vida.

El nacimiento de Søren fue rápido e intenso. Desde el embarazo pude comprender que su misión estaba llena de fuerza e intensidad. Llegó a mi vientre sigilosamente, aferrándose a la matriz, protegiéndome y abriendo caminos para su llegada. Fue un propulsor para movilizar nuestras vidas hacia el cambio y la valentía. Cambiamos de vida en un 2x3. Aunque hayamos cambiado de país y casa, no hemos cambiado nuestros sueños por tener una familia armoniosa, llena de amor y respeto. No hemos cambiado las dinámicas tribales de unión, compartir y solidaridad. Seguimos aprendiendo y creciendo como manada porque el hogar se hace desde el corazón sin importar el lugar en donde estemos. Por todo esto, era importante encontrar el equipo para recibir a Søren. La decisión ya estaba tomada: un nacimiento libre de violencia, de ser posible en casa y en agua. "De ser posible" porque aunque para mí era una decisión consciente, siempre supe que no debía imponerme ni aferrarme a una idea, prefiero creer que cada bebé escoge la forma en la que debe llegar a este mundo, porque eso es parte de su misión y recibirlos es parte de la nuestra. Prefiero confiar en que mi bebé sabe cómo nacer y yo confío en que puedo serle útil y servir a su propósito.

Desde que llegamos a Italia estuvimos inmersos en la gran dinámica de rediseñar nuestras vidas para poder estar en otro país con dos niños y uno en camino, y siempre respetando nuestro estilo de vida. Escuelas, papeleo, documentación, y finalmente opciones para el nacimiento.

En Roma puedes parir en hospitales. Se dicen muy buenos. Nosotros ya sabíamos que el ambiente hospitalario no era una opción. No compartimos las mismas motivaciones, por ende, a menos que fuera estrictamente necesario iríamos allí. En Roma también puedes parir en casas de parto y en tu casa ¡Bingo! Tras encontrar a las parteras, 3 semanas después llegó el día.

Si el embarazo evoluciona bien, el parto no debería ser un impedimento. Claro, es importante también controlarnos el embarazo con una partera que comprenda nuestro deseo y forma de hacer las cosas. La persona que nos acompañe durante el embarazo debe ser una persona que nos invite a empoderarnos y no a cargarnos de miedos. La gran diferencia entre los médicos y las parteras está en que muchas veces por el discurso preventivo caemos todos en el mismo saco de "es mejor prevenir que lamentar", pero hay casos donde intentarlo representa la diferencia.

Desde hacía días sentía Braxton Hicks o contracciones de entrenamiento, o falso parto... eran contracciones en la barriga. Para mí, la forma de comprender que era una contracción real era el vago recuerdo que me quedaba de un dolor menstrual o el "apretón" o "la mordida" desde abajo hacia arriba (desde el vientre). Hasta ese momento mis sensaciones habían sido en la barriga, por arriba. Otra clave para definir las contracciones era el DIF (Duración, Frecuencia e Intensidad) es decir cuando tienen estas 3 características juntas, entonces son reales. Mis sensaciones todavía no tenían ritmo, es decir frecuencia. Me tomé unas fotos sintiendo que faltaba poco y que quería un último recuerdo de esa gran panza.

Ya estaba algo cansada y sentía que la inminente Luna Nueva me agitaría las aguas internas. Así fue como entre una cosa y otra, un sábado normal en casa, haciendo tareas y jugando con los niños, fui sintiendo a la 1 pm que mi panza se contraía pero no me detenía. Seguí haciendo tareas hasta que noté una cierta frecuencia. Empecé a anotar cuánto duraban y cada cuanto ocurrían... duraban 20-30' segundos y cada 20-10 minutos. Poco a poco me di cuenta que estábamos entrando en trabajo de parto. Aproveché de cortar las uñas de mis hijos, alistarlos para que estuvieran esa primera semana sin tanto descuido. Me daba miedo pensar en cómo sería nuestra vida con otro bebé. Cómo haría para atender a mis otros 2 hijos (7 y 2 años y medio). Estaba aterrorizada de la dinámica familiar. El parto no era ya una grandísima preocupación... sabía que una vez allí, no hay donde huir. Hay que afrontarlo, rendirse, entregarse y gozarlo.

Llamar a la partera, comer, tener a mano todo lo que ya habíamos organizado. Mi esposo había cargado las pilas de la cámara la noche anterior (ellos también tienen premoniciones). Esa misma noche habíamos terminado de armar el cambiador y de ordenar su ropita (hay que confiar en el ritmo natural de las cosas).

A las 16.30 mi madre me vio, me dijo "creo que debes llamar a la partera", mi respuesta fue agresiva. No era yo. Comenzaba a poseerme la gorila interna. Le dije: "no necesito que me digas qué hacer". Entonces ella, muy sabiamente, salió de paseo con Sams (mi hijo de 2 años y medio). Así tendríamos un poco más de foco en el parto. Repito, mi mayor preocupación era él. Swami (7 años), ya es todo un hombrecito. Él ayudaba a su papá con todo, y a mi ya me había visto en acción con su hermanito, así que estaba preparado para gritos, sangre y alta emoción.

Yo ya necesitaba estar sobre el mat de yoga y la pelota de pilates. Empezaba a cruzar la línea. No podía escapar, debía afrontarme y entregarme; rendirme al proceso que iniciaba otra fase de escucha, conexión y fluidez.

A las 17 llegaron las parteras (por ley en Italia si das a luz en casa debe haber dos parteras). Inflaron la piscina en 5 minutos y empezaron a llenarla hasta lograr la temperatura adecuada. Rompí fuente...

Como en casa el calentador es eléctrico hubo que terminar de llenar la piscina con ollas de agua hirviendo. Trabajé mi parto alejándome de la mente, desconectando el neocortex, dejándome llevar. Cada contracción se volvía expansión. Sentía la presión en la parte baja de mi espalda. Mi esposo me presionaba para aliviar entre una oleada y otra. Mis palabras eran: agua-ven-amor ven-masaje-agua-te amo-amor-masaje-agua-amor.

Luego durante la expansión trataba de recordar mantener mi boca abierta y la respiración "uyayi", desde la glotis, vocalizando o soplando, a veces salían rugidos de gorila o leona, mezclados con la palabra "amore"... "aaaamooooreeeee", "aghhhhhmooooreeeehhhhhh", agghhhrrrrrrrrrmoooohhhhreeeeeehhhh" apenas tenía tiempo para reponerme. Eran fuertes e intensas. De pronto sentí ganas de pujar. Me sorprendió porque sabía que estaba cerca... recordaba "pujar solo cuando quieres pujar"... de repente la sensación de pujo se acrecentaba. Mi mano sobre mi vagina trataba de sentir, no quería calcular, quería sentir, sentir la cabeza, sentir mi clítoris, mi piel, mi perineo... finalmente la piscina estaba lista. ¡Podía entrar!

Eran las 18.55... Deje pasar una expansión y apenas pude entrar sentí la nueva ola llegar... ¡a surfear!. Había estado las últimas dos horas en la misma posición pero en movimiento: 4 patas/ 4 puntos. Así me puse de nuevo dentro del agua porque me sentía cómoda. El agua debe estar a 36-37 grados centígrados, pero estaba un poco más fría. Esto me permitió sentir el medio acuático pero no relajarme completamente como si fuera un jacuzzi, sino mantenerme concentrada en que estábamos muy cerca del expulsivo. Estaba feliz de estar en el agua. De haber podido habría parido en el mar con delfines. Qué hermosa experiencia poder estar allí emulando el útero en una pequeña piscina.

Sentía que Søren ya había marcado esa ruta y estaba en pleno canal. La siguiente ola vino con aro de fuego... mi mano sentía mi vagina arder por la coronación. Estaba cerca, eso me aliviaba, me daba fuerza. Tocaba mi clítoris erecto y me daba placer sentirlo. El parto es sexual y la matriz está hecha para dar vida y el placer. De nuevo, otra ola cargada de fuerza, pujo y el ardor que me decía que estábamos muy cerca. Sentía su cabeza allí a mitad de camino, solo quería que se quedara allí, que no entrara de nuevo. Siguiente pujo y explosivamente como una ola que revienta en la orilla salió completamente ¡Estaba en mis manos! ¡No podía creerlo! ¡Lo agarré! ¡Te agarré, hijo! ¡Lo hicimos! ¡Qué poder! Me senté como pude para ponerlo en mi pecho. Tenía el cordón azul brillante como un collar. Se lo quité como pude y lo abracé fundiéndonos en oxitocina y vida mientras le decía ¡Bienvenido, hijo! 19.01h

Desde que entré a la piscina pasaron 5 minutos: 3 oleadas. Increíble el agua como me facilitó el trance. A las 19.01 nació Søren. Disparado como un torpedo salió a la luz, irrumpiendo como todo un bebé delfín. Luego nació la placenta y la tríada sagrada se formó: mamá-bebé y placenta.

Aquí les dejo un pequeño video casero que captura la rapidez de su salida, su ímpetu y cómo vivimos ese nacimiento familiar.

Gracias por leer.

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